Miki nos cuenta su vida (1ª parte)

Me llamo Miki, y voy a contaros mi historia.
Cuando era pequeño tenía sueños como todos los crios. Uno de ellos era la música. La guitarra y el cante eran un referente importante.
Las mujeres fueron apareciendo en mi vida conforme fuí siendo más mayor y la verdad es que tenía mucho exito con ellas.
Mi familia era, económicamente, de tipo medio aunque rica en otras muchas cosas.
Tuve algunos problemas con mi padre a cuenta de la bebida, pues se volvía violento con los que más quería y conforme fuí más mayor tuve sus más y sus menos con él. Pero después de todo era mi padre y yo lo quería y él a mi y a los demás.
Cuando empecé a espabilarme fuí monaguillo de la Catedral Vieja de Cádiz, después repartí flores y vendí juguetes, entre otras muchas cosas, con lo cual empecé a manejar dinero muy pronto. Eso me ayudaba a la hora de comprarme ropa y salir con las niñas, ir al cine, pasear, tomar un refresco en un bar o comprar las botellitas para ir a la plaza donde nos reuníamos unos cuantos amigos.
A los 14 años comencé a probar la cerveza y el alcohol, a fumar porros y consumir muchas cosas más: pastillas, coca, heroina...
Entonces también aprendí a tocar la guitarra y a cantar.
Las cosas iban bien, pero empecé a abusar de ciertas sustancias y opté por salir de aquello.
Con 16 años me fui a la mar con mis tios que eran patrones de pesca en congeladores. Pescábamos gambas y marisco, en las costas de Angola. Allí aprendí mucho y eché una mano en casa.
Las cosas iban bien, pero llegó el servicio militar y tuve que dejarlo todo.
Hice la mili en San Fernando, y hasta tuve suerte pues me metí en la banda de música y estaba muy bien al lado de casa y con muchos permisos.
Mi padre ya estaba enfermo y como cobraba poco cuando yo tenía trabajo, me iba de permiso y trabajaba con una empresa de grabación de reportajes en video de bodas y otras celebraciones, y también me saqué un buen dinerito.
Pero el alcohol siempre estaba ahí, conmigo, cada vez con más fuerza. Había logrado dejar otras sustancias, pero el alcohol no.
Conocí por entonces a la que sería mi mujer y no terminé la mili pues ella se quedó embarazada y me dieron un permiso especial.
Entonces ya tenía trabajo en la construcción. Primero empecé de peón y pintando, y al poco tiempo ya era oficial de segunda.
Estuve unos cuantos años viviendo un poco más tranquilo. El niño por medio, la casa, mi mujer. Todo parecía ir mejor.
(Continuará)
Miki

2 comentarios:

  1. Gracias Miki por compartir tu historia, con esa sinceridad y valentía. Seguramente habrán habido errores en tu vida, como en la de todas las personas. Lo más importante es tu voluntad de superarlos. Es una lección para todos. Gracias otra vez.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Miki, estamos impacientes por leer los siguientes capítulos de tu historia. gracias por compartirla y mucha fuerza para hacer lo que estás haciendo. felicidades por ello y por este artículo

    ResponderEliminar