¡Fuerte! ¿Verdad?

¡Fuerte! ¿Verdad?
Pues por la cabeza de este hombre que duerme, nunca pasó la idea de verse en esta situación.
Durmiendo en un cajero, para escapar del frio.
Los que menos tienen tirados en las puertas de los que acumulan el dinero. 
Y... ¿tú?
Si, tu, el que miras.
Tu también puedes verte en ese mismo cajero.
No es muy largo el camino que lleva a dar con tus huesos en la calle.
Es solo un cúmulo de circunstancias las que te hacen perderte.
La primera circunstancia puede ser dejarte llevar por las falsas mieles de la calle, que en muy poco tiempo se vuelven hiel, descontento, tristeza y abandono.
La proxima vez que les veas durmiendo en un cajero tal vez tu mirada sea otra, si piensas que podrías ser tu mismo.

Manuel

Busca la paz

Mi experiencia en la calle fue muy buena, siempre la he llevado con esperanza y paciencia.
En resumen, ha sido buena y al mismo tiempo desagradable.
Fueron innumerables las veces buscando un sitio para dormir, deambulando de ciudad en ciudad.
La necesidad me obligaba a robar en los supermercados el alimento necesario para comer, de manera que si me pillaban  me dejaban marchar.
Siempre fui de honesto por las vías, lugares donde encontré muchas personas que les gustaba hablar conmigo bien sea por dar valor a ser un nómada o bien porque ellos sentían alguna envidia.
A lo largo de mis rutas me he encontrado con chicos e chicas que estaban en peor situación que yo.
-Me siento excluido reprimido
-Quiero morir
-No quiero hacer nada
-No soy digno de dios
-No! No creo en dios
-Si existe, ¿por qué estoy aquí?
-¿Por qué se ha venido todo abajo?
-¿Por qué he perdido la familia?!!
La sociedad nos impone, no nos propone.
La ciudadanía es esclava de los ideales, del consumismo, la imagen, el poder, etc.Yo lo llamo capitalismo. De manera que la educación pierde terreno, dando lugar a conceptos erróneos, creando ambiciones artificiales en las personas.
Me pregunto cómo lo pasaran aquellos seres humanos que por algún motivo se encuentran vagando por las calles sin saber aguantarse en pie y recibiendo miradas de pena, asco o compasión , que te dejan en un estado peor.
Cuando nos duele damos la espalda.
Creo que debemos ofrecer lo que está a nuestro alcance.
La calle me ha enseñado mucho, sobre todo a mirar a los que no tienen nada, ni siquiera una gota de agua limpia que mate su sed.
Al sufrimiento hay que tratarlo con mano de enfermera, para no aumentarlo cuando tratamos de aliviarlo. El que habla de ordinario no sufre cuando lo hace, y es peligrosamente fácil herir a quien ya está herido, por muy  buena intención que tengamos, con palabras y gestos de duelo. Quien no sufre no tiene derecho a ir a consolar al que sufre; y quien sufre... ¿dónde encontrara para los demás las palabras y acciones que el mismo necesita?
La calle es el cielo, la calle es una galería donde algunos observan con pasión mientras otros están llenos de arrogancia y prepotencia, alejándose de una realidad que existe y con un orgullo estúpido e inhumano que es el de juzgar sin pararse a pensar y a juzgarse el mismo. Son estas personas las que destrozan las paredes de alguien que construyo con amor.

Juan Diego

Pensamientos cruzados.

Una persona sin techo por la crisis.
La calle ha sido para mi una escuela.
He aprendido mucho de ella.
Te da muy malas pasadas.
Sufres, te ries de la ignorancia.
Es la primera vez que me quedo sin techo.
Esta es la peor racha que he pasado.
Me costó mucho aceptar que estaba en estas circunstancias.
No quería reconocerlo.
Andando, de un lugar para otro.
Un coche, un amigo, un familiar...
Las personas sin techo somos muchas.
Soy de Cádiz.
Llevo 53 años viviendo aquí.
Conozco bien la calle, tanto el centro como extramuros, y sin embargo, viéndola y viviéndola como estoy ahora, es otro mundo.
Toda una experiencia.
Pedí ayuda y me acogieron en Luz y Sal.
Veo una mirada distinta.
Algunas son difíciles de interpretar.
Pero las miradas de tu alrededor son más fáciles, pues las conoces.
Y se alegran cuando una persona está bien.
No se lo que ocurrirá.
Una cosa es importante: estoy bien.
Guillermo

La pasión intacta

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías si pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continua: tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en el sueño el hombre es libre.
Y los días, aunque sean más y más largos y tristes, se volvieron cada vez más y más positivos.

Antonio