Alguién habló de los sueños. La calle -dijo- está llena de sueños rotos. Todas las personas que viven en la calle, tuvieron un día sus propios sueños, sus proyectos de vida -formar una familia, construir un hogar...- pero aquellos sueños se rompieron.
Tal vez fué por causa de un golpe de la vida, o una sucesión de golpes, o un error, una decisión equivocada, un fallo de esos que tenemos todas las personas pero que, a algunas -tal vez más débiles, más frágiles- nos llevan al alcohol, a las drogas, a otras ataduras y cadenas, al fin de nuestras relaciones, a la soledad, al mal sueño de la calle.
Si, la calle es un mal sueño, no solo para quienes vivimos o hemos vivido en ella, sino para quienes nos miran al pasar con miedo de que también a ellos pueda ocurrirles lo mismo, la pesadilla de que puedan perder su trabajo, su familia, su hogar.
Pero, quienes queremos salir de la calle necesitamos los sueños, necesitamos motivos para cambiar, para romper las ataduras, para levantar la losa de la soledad, del abandono.
Nuestros sueños no son fantasías inalcanzables. Queremos, primero que nada, paso a paso, estar bien, hacernos fuertes, recuperar nuestra autoestima como personas, llegar a conocernos, curar nuestro cerebro y nuestro corazón dañados.
Soñamos con la salud física y mental, con encontrar un trabajo, una actividad que nos permita ganarnos la vida (una pequeña tienda de zapatos, una escuela para perros, practicar la pintura, un negocio de electricidad y chapuzas varias...), y nos permita tener una casa, un techo, un espacio que podamos convertir en un hogar. Porque en todos nuestros sueños hay un hogar y una familia, una pareja -"la mujer que amo"-, unos hijos... los afectos que perdimos por el camino.
Y también, otro sueño, es ser útiles, poder ayudar de alguna manera a otras personas que, como me he encontrado yo, se encuentran ahora en la calle.
¿Lo veis? No son grandes sueños, sino humildes y cercanos.
Esta jodida sociedad nuestra nos impone necesidades y objetivos que no son fundamentales, que son artificiales, puras mentiras: consumir, acumular, tener más... Esta sociedad mentirosa nos repite aquello terrible de "tanto tienes, tanto vales". Pero nosotros sabemos que, satisfechas las necesidades básicas, son otros los sueños que hay que perseguir.
Por que los sueños, para alcanzarlos, hay que perseguirlos. Hay que tener ilusión, motivación, ganas. Hay que querer, en todos los sentidos de la palabra.
Por eso es tan importante -dice alguien- saber lo que quieres, dibujar tus sueños, definirlos, concretarlos.
Los sueños se consiguen paso a paso, día a día, con constancia, con perseverancia, y -siempre- con esfuerzo. Tenemos que ejercitar la musculatura de nuestros sueños, hacerlos sólidos y fuertes, hacernos fuertes para buscarlos, para perseguirlos, para alcanzarlos.
Que así sea.
En la conversación participamos
Antonio, Manuel, Guillermo, Juan Diego, Carlos y Fernando.
Antonio, Manuel, Guillermo, Juan Diego, Carlos y Fernando.