Parece Mentira, Pisha...

Ésto es lo que solemos exclamar cuando nos enteramos que uno de los que se recuperaron y empezaron una nueva vida, vuelve a caer... Nos parece algo tan lejano, algo tan irreal, casi imposible de creer... "Yo no volveré a caer" afirmamos con seguridad... ¿SEGURIDAD?
En la Biblia, uno de los libros que más sabiduría aporta a la humanidad, leemos: 1Corintios 10:12 "Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga". En el budismo, Marâ (el maligno) desvía del camino espiritual tentando al que quiere purificarse (asceta) a realizar sacrificios, beneficiarse de ellos y caer en la auto-indulgencia.
La autoindulgencia consiste en ser comprensivo con uno mismo, justificando las propias flaquezas, cobardías, perezas, inacciones, concesiones y debilidades varias. "Como nadie es perfecto, todos incurrimos en esas cosas varias veces al día"; pero lo realmente peligroso es negar que es así, o no tratar de mejorar.
Siempre hay una buena excusa para el autoindulgente, algo más poderoso que su propia determinación, que explica los problemas, los defectos, los retrasos ...
En definitiva, EXCUSAS.
El único camino hacia la curación completa de las adicciones, es reconocer que no estamos curados, que necesitamos tratamiento, apoyo de otras personas, e incluso de instituciones, profesionales y, primero que todo, de cariñosos amigos...
Aunque parezca pesimista, no lo soy en absoluto: lo que sí reconozco es que en el oscuro rincón de la depresión y la auto compasión, debemos inmediatamente encender la antorcha de la confesión y la petición de ayuda.
En "Alicia en el País de las Maravillas" hay una figura que recuerdo con mucho cariño muy a menudo: Tal vez recuerden que ella llegó a una encrucijada con dos caminos que la llevaban adelante, pero en direcciones opuestas. Ahí se enfrenta al gato de Cheshire, al que pregunta: “¿Qué camino debo seguir?”.
El gato le responde: “Eso depende de a dónde quieras ir. Si no sabes a dónde quieres ir, no tiene importancia cuál de los caminos tomes”.
Pero nosotros sí sabemos el camino que queremos tomar: el de la nueva vida, el de la oportunidad aprovechada, el del triunfo del día-a-día.
A todos los que lamentan la recaída de un querido amigo, ¡ANIMO! No seamos indulgentes, pero sí estemos esperando con los brazos abiertos a que quiera volver a vivir... Si tienes fe, ruega a Dios por él/ella; confía en que la fuerza infinita del universo le impulsará a recuperarse y volver a tener ese entusiasmo que le llevó a dejar todo lo malo y desear algo mejor.
Y, sobre todo, recordemos que NINGUNO está libre de caer; que el adversario de nuestra alma está esperando como león rugiente; ¿sabes para qué ruge un león? Para alejar de su territorio a posibles competidores que le arrebaten su comida...
Amig@: si escuchas rugir al león, grita tú mas fuerte, pidiendo ayuda.
Un abrazo.

Rómulo Vidal

2 comentarios:

  1. Me parece una muy buena reflexión sobre el camino a seguir por aquel que quiere "dejar la calle". Es dficil, pero lo importante es tener claro donde queremos llegar, aunque en algún momento puedan faltarnos las fuerzas. Echaba de menos vuestras reflexiones "con los pies en el suelo". Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Dice un viejo proverbio que "el éxito es levantarte una vez más de las que caes." Y mi padre me enseñó de chico aquello de que "el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra".
    No me parece que haya que ser autoindulgente, pero tampoco cargarse de culpa.
    Y, sobre todo, quienes vemos como un amigo o una amiga tropiezan de nuevo, se caen, recaen, solo nos queda volver a tenderles la mano, abrazarles, animarles a levantarse de nuevo.
    Ojalá que la próxima vez que volvamos a caer haya siempre una mano amiga cerca.
    Un abrazo

    ResponderEliminar